Actualidad
En Europa, hay aproximadamente 1.629 Hermanos Maristas presentes que se reparten en las provincias:
- Europa Centro-Oeste: Alemania, Bélgica, Gran Bretaña, Irlanda, Holanda.
- Provincia K (L’Hermitage): Cataluña (España), Francia, Grecia, Suiza, Hungría, Argelia.
- Provincia L (Mediterránea): Bética (España), Italia, Siria, Líbano.
- Provincia M (Compostela): Portugal, Asturias, Castilla y León.
- Provincia N (Ibérica): Madrid y Norte de España.
Nosotros formamos parte de la provincia Mediterránea. El siguiente texto extraído de la web de nuestra provincia, explica los pasos que se han dado hasta su estado en la actualidad:
La Congregación de los Hermanos Maristas –como otros institutos religiosos– se estructura en regiones, canónicamente llamadas «Provincias», que son unidades administrativas más o menos autónomas y coordinadas por el H. Superior General, en Roma.
El tiempo y las circunstancias aconsejan de vez en cuando proceder a la reestructuración de algunas Provincias, según las necesidades del momento. En 1988, el H. Superior General y los Superiores Provinciales, después de un detallado estudio y para favorecer la vitalidad del Instituto, optan por una nueva reestructuración. En Europa se piensa en agrupar algunas Provincias formando nuevas unidades administrativas, e igualmente en el resto de los continentes.
En el terreno que a nosotros nos concierne, la reestructuración se inicia cuando, el 1 de julio del año 2000, el antiguo Distrito de Líbano-Siria es incorporado a la Provincia Bética.
Prosiguen los estudios y diálogos sobre el tema hasta que, el 1 de septiembre del año 2003, se constituye una nueva Provincia, integrada por las antiguas Provincias de Italia, Levante y Bética (a la que ya se habían adherido Líbano y Siria). La nueva Provincia recibe el nombre de «Provincia Marista Mediterránea«.
La Asamblea Provincial de Alicante, en diciembre de 2002, así como los retiros comunes, durante los veranos de 2002 y 2003, que convocan a Hermanos de las distintas zonas, ricos en momentos de oración, discernimiento, diálogo y esparcimiento en común, facilitan la integración de los miembros de las diferentes Provincias.
Al mismo tiempo, el Hno. Superior General y su Consejo, encomiendan a la nueva Provincia Mediterránea el apoyo y animación de determinadas zonas de África: el Distrito de África-Oeste (Liberia, Costa de Marfil, Ghana, Guinea ecuatorial, Camerún y Chad), floreciente en vocaciones y actividades apostólicas.
Historia
La primera entrada
Los caminos de Dios son… los caminos de Dios. Tal vez por eso, aquella primera comunidad de cuatro Hermanos que iban para Argentina se quedaron en España y vinieron a ser, para nuestra tierra, como el granito de mostaza que, con el tiempo, se ha convertido en un árbol frondoso de cientos de Hermanos y miles de alumnos. La historia comenzó así:
El año 1886, cuando la Congregación de los Hermanos Maristas no había alcanzado aún a los países de habla hispana, los PP. Lazaristas de Buenos Aires escribieron al Rmo. Hno. Teófano, Superior General, ofreciéndole la fundación de un colegio en tierras argentinas. El H. Teófano aceptó y encargó el caso al H. Bérillus, Asistente General.
El H. Bérillus eligió a cuatro Hermanos, dos de ellos muy jóvenes, y les expuso su plan: Debían viajar a España, en donde pasarían una temporada aprendiendo la lengua castellana; luego viajarían hasta Argentina.
El 19 de diciembre a las 8:30 de la mañana llegaron en tren a Girona. Después de oír misa en la catedral y desayunar chocolate, se dirigieron a su «flamante residencia»: un piso de Dª María Marcé, sin ningún mueble, que previamente había contratado el H. Bérillus. Así, alegre y pobremente, se estableció la primera comunidad marista en nuestras tierras. Estaba constituida por los HH. Hilario José (director), Hipólito, Hermilio e Hileón. Luego se les conocerá como «los cuatro haches».
Pronto comenzaron sus clases y prácticas de lengua castellana. Su vida era austera y ejemplar, tanto que Mons. D. Tomás Sivilla, Obispo de Girona, les invitó a quedarse en España y les ofreció fundar una pequeña escuela.
Como habían surgido ciertas dificultades en el proyecto de fundar en Argentina, los Hermanos aceptaron la invitación del Sr. Obispo y abrieron la escuela en un local de la calle Fournás, 2.
El 1 de junio de 1887 comenzaron las clases de verano. Los tres primeros alumnos inscritos fueron: Ricardo Reixach, Narciso Viñas e Ignacio Servitje. El 30 de junio ya contaban con 30 alumnos. Y en septiembre se inició el nuevo curso con 160 alumnos.
Dios bendecía la obra marista, que comenzó a crecer en todos los sentidos: pocos días después de comenzar el curso, el 27 de septiembre, se presentaron 5 jóvenes que deseaban entrar en la congregación y fueron admitidos. El 1 de octubre se abrió el colegio de Mataró, con 70 alumnos, en c/ San Simón, 4, en donde se atiende a los alumnos en sesión diurna y nocturna.
Por aquellos años, el gobierno francés había iniciado una clara persecución en contra de los institutos y la enseñanza religiosa; por el contrario, en España, S.M. Dª María Cristina de Habsburgo favorecía su labor. Por eso se solicitó de la Corona Española el reconocimiento oficial del Instituto de los Hermanos Maristas. El 8 de febrero de 1888 se firmó una Real Orden por la que se aprobaba la Congregación en España.
Con la inestimable ayuda del Sr. Obispo de Vich, D. José Morgades, se funda, en julio de 1888, una escuela en c/ Miguel de Clariana, 65. Más adelante pasará al convento de Ntra. Sra. del Carmen de dicha capital. También durante este año se inauguró el colegio de Valldemía, la escuela de S. Felíu de Torelló, etc.
Durante el último trimestre de 1888, el obispo de Santander –preconizado obispo de (Cádiz-Ceuta) solicitó Hermanos para abrir escuelas en Cabezón de la Sal, Carrejo, Ceuta y Algeciras.
Como la afluencia de vocaciones iba en aumento, en agosto-septiembre de 1890 se organizó un juniorado en Valldemía, con un grupo de jóvenes franceses y 14 juniores procedentes de Burgos. Un año después, en agosto de 1891, comenzará el noviciado en Valldemía, con 6 novicios. Su Maestro era el H. Pablo María.
En diciembre de 1891 aparece el primer librito editado por los Hermanos: es una Vida del Padre Champagnat, de 32 páginas, escrita por D. José Mª Pellicer y Pagés de Dou, profesor del colegio de Mataró. Cuatro años después escribirá una segunda edición, más extensa.
Los Hermanos jóvenes concluyen su noviciado, y en abril de 1893 se organiza en Canet de Mar el primer escolasticado de España.
Los Maristas se han distinguido en España, entre otras cosas, por su actividad editorial al servicio de la educación. El año 1890 se inicia la tarea de la «Editorial FTD» con la publicación de unos «Elementos de Historia Sagrada». En torno a 1895 ya ha publicado varias obras, entre ellas: Principios de lectura. Cinco carteles de lectura. Método racional y progresivo de lectura. Epítome de aritmética. Gramática castellana. Geografía y Atlas. Curso elemental de Ciencias Naturales…
Impresos en Tipografía Católica Casals (Barcelona), en los talleres gráficos de las Escuelas Salesianas (Sarriá) o en la Imprenta Mariano Galve (Barcelona). Era sólo el comienzo. En 1922, en la III Feria de Muestras de Barcelona, la Editorial presenta hasta 50 títulos.
El 15 de septiembre de 1897 comienzan, con 3 alumnos, las clases en el colegio de Valencia; en c/ Portel de Valldigna. A los dos años tienen en las clases nocturnas 1.450 alumnos de edades comprendidas entre los 8 y los 40 años.
En marzo de 1898 se adquiere la residencia de S. Andrés de Palomar para Casa Provincial. Y el 15 de agosto se inaugura la Casa con la profesión perpetua, al final de los primeros Ejercicios de San Ignacio celebrados en España.
El 1 de octubre se abre el colegio de Cartagena, con 33 alumnos. En Navidades ya son 300. También por estas fechas se funda el colegio de Logroño.
A lo largo de 1899 se celebraron cuatro tomas de hábito: el 1 de enero (17 postulantes), el 7 mayo (13 post.), el 8 de septiembre (16 post.) y el 18 de diciembre (15 post.). El 12 de julio comienzan a salir varios Hermanos para fundar en México.
El 9 de marzo de 1900 los Hermanos se instalaron en Barcelona, en c/ Urquinaona, 2. Poco después pasó a un nuevo local en c/ Lauria, y se abrió una escuela en la parroquia de la Concepción, c/ Aragón. Durante el año 1902 el colegio de Barcelona fue creciendo y trasladándose sucesivamente a c/ Echegaray, y c/ Amor de Dios, 4. Años después, pasará por c/ Los Madrazo, 15, la Castellana y Paseo del Cisne, 3.
El siglo termina con más de veinte escuelas y comunidades maristas en España.
La segunda y tercera entrada
El año 1903 marcó un hito importante en la historia marista de España. En Francia, las elecciones de 1902 llevaron al poder al grupo republicano, declaradamente hostil a la Iglesia. E. Combes mandó cerrar más de 3.000 escuelas cristianas, expulsó a unos 20.000 religiosos/as y prohibió la enseñanza de la religión. Poco después, en 1905, se romperá el Concordato, sin ninguna negociación con la Santa Sede.
En estas circunstancias, el Rmo. Hno. Teófano, Superior General, escribía a los Hermanos: «Haremos cuanto dependa de nosotros para encontrar a cada Hermanos una situación que le permita vivir como religioso», mientras los Superiores estudian la posibilidad de instalarse en tierras del norte de España. Esto dio lugar a la «segunda y tercera entrada» de los Hermanos Maristas en España.
El 23 de julio de 1903, cuatro Hermanos procedentes de la Provincia de Lacabane se instalaron en la villa de Oñate (Guipúzcoa). Eran los HH. Laurent, Félicissime, Hortensius y Gaudence, a los que luego se añadieron algunos más. Este mismo año, en el recinto de la antigua Universidad, abrieron una escuela primaria.
El 28 de noviembre llegaron a Oñate once postulantes procedentes de Piossasco (Italia), adonde habían emigrado desde Lacabane; al frente venía el H. Corneille.
Entre los años 1904 y 1908 los Hermanos se instalaron en Durango y en Zalla, y en el noviciado de Anzuola visten el hábito marista los seis primeros postulantes. Éste fue el comienzo de una nueva Provincia Marista en España, la Provincia de Anzuola.
La recién nacida Provincia de Anzuola se desarrolló rápidamente: En menos de 30 años los Hermanos se instalaron en Placencia de las Armas, Villafranca de Ordicia, Azpeitia, Bilbao, Galdácano, Valmaseda, Oronoz, Zumaya… (todos en el norte) y Badajoz, en Extremadura.
Éstos fueron los frutos de la «segunda entrada».
Si retrocedemos al año 1903 – «l’anée terrible» que sin embargo fue un año de bendiciones para el Instituto –, encontraremos otro momento importante, que dio origen a la «tercera entrada» de los Maristas en España: los Superiores de la Provincia francesa de Aubenas tuvieron conocimiento de que en Pontós, provincia de Girona, se ofrecía en venta una espaciosa finca de 40 hectáreas con vivienda y dependencias anejas para granja, por el módico precio de 30.000 ptas. Era patrimonio del marqués de la Cuadra, recientemente fallecido.
La casa estaba absolutamente vacía (sólo «un armario, una gran silla de anea, una mala mesa y dos platos de loza desportillados»), pero la compraron y allí se fue trasladando un buen número de Hermanos de Aubenas, a quienes las leyes francesas prohibían la enseñanza religiosa.
Tres años después, el pequeño Distrito de Pontós había crecido: más de 80 Hermanos, algunas pequeñas escuelas y un noviciado con buen número de novicios franceses y españoles. Comenzaba su expansión; pero, situado en Girona (Catalunya), que ya estaba bien atendida por los Hermanos procedentes de Saint-Paul-Trois Châteaux, carecía de territorio para desarrollarse.
Fue entonces cuando Mons. Benito Murúa, Obispo de Lugo, solicitó Hermanos para fundar una escuela en aquella capital. Y los Hermanos de Pontós dieron el salto hasta el occidente español. Entre 1907 y 1915 se sucedieron las fundaciones en Lugo, Orense, Oviedo, Tuy, Vigo y La Coruña. Poco después, Madrid, Segovia, León… Era el nacimiento de una nueva Provincia Marista, la Provincia de León.
Así, la España Marista queda dividida en tres zonas: la Provincia de Anzuola, la Provincia de León y la gran Provincia de España. Las tres ya son autónomas: se han «independizado» de las provincias francesas de donde procedían los Hermanos que las fundaron. Y las tres continúan desarrollándose, cada una a su ritmo, de manera que en 1936 el territorio español está sembrado de Comunidades y Colegios Maristas: más de 700 Hermanos, cerca de 400 formandos (novicios, postulantes,..) y 65 casas. Además, de estas Provincias salió un buen número de Hermanos para iniciar la Obra Marista en países de América Latina y África.
El cruel paréntesis de la guerra (1936-39)
Los decretos de 1932, que perseguían a la enseñanza religiosa, no consiguieron frenar el desarrollo marista en España; en cierto modo lo estimularon: durante esta época (hasta los años de la guerra) no se cerró ningún colegio y se abrieron cinco más. No obstante, los Hermanos tuvieron que dejar su hábito religioso y vestir traje seglar. Además, se cambió la titularidad de los centros, a efectos legales. Pero, pese a las severas prohibiciones, se continuó enseñando Religión y educando cristianamente.
La Editorial «FTD» se constituyó en sociedad anónima, adoptando el título de «Editorial Luis Vives». Las Enciclopedias Escolares y otras excelentes ediciones de Geografías, atlas y mapas murales enriquecieron el panorama editorial de esta época.
En 1936 se desencadenó la guerra civil española, y ésta sí que asestó un durísimo golpe a toda la obra marista. Como en toda guerra, fueron enormes los daños materiales sufridos en los colegios, saqueados o destruidos, e irreparable la pérdida de vidas. El río de sangre marista derramada se había iniciado ya con el H. Licarion, asesinado en 1909, en la «Semana Trágica» de Barcelona y continuó, en 1934, con el H. Bernardo, asesinado en Barruelo de Santullán, ambos eran educadores desinteresados de hijos de obreros.
Luego, entre los años 1936-39, la guerra (siempre mala madre de odios e injusticias) segó la vida de más de 170 Hermanos Maristas que nos dejaron un admirable testimonio de vida honesta, sencilla y entregada; de vida cristiana profunda hasta la sangre. Olvidarlos aquí sería una injusticia mayor que la que originó sus muertes.
La postguerra
Al terminar la guerra se acometió con entusiasmo la tarea de la reconstrucción. El Consejo General reestructuró el territorio español: En un primer momento (1942), dividió en dos la gran Provincia de España: Levante y Norte-Sur (de forma que la antigua Provincia de Anzuola quedó incluida en esta última). La Provincia de León quedó más o menos como estaba antes de la guerra. Dos años después (1944), la extensa Provincia Norte-Sur quedó dividida en dos, y así surgieron las nuevas Provincias de Norte y Bética.
Fueron años duros aquellos «años del hambre», tal vez por ello se redoblaron los esfuerzos y en una década (1945 a 1955) se logró reconstruir e incrementar notablemente la obra marista en España. Las escuelas y colegios, sencillos y con medios precarios, eran llevados íntegramente por los Hermanos, la colaboración de seglares era mínima, aunque irá aumentando paulatinamente. Algunos pequeños internados acogían a alumnos de los pueblos cercanos. En general se respiraba un ambiente de «virtud, estudio y disciplina» (éste era el lema del colegio donde se educó quien escribe) no exento de alegría. Miles de antiguos alumnos dan fe de ello.
La segunda mitad del siglo XX
La segunda mitad de los años cincuenta marca un hito importante en el desarrollo de la España Marista. El incremento del alumnado y otras circunstancias económicas facilitan la ampliación de unos colegios y se acomete la construcción de otros nuevos (que continuará en la década siguiente).
Este desarrollo aconseja a los Superiores una nueva división de la España Marista, que (a partir de 1959) se organiza en siete Provincias: León, Castilla, Norte, Catalunya, Madrid, Levante y Bética. Distribución que se conserva en la actualidad.
Ciertamente, la segunda mitad del siglo XX ha sido pródiga en acontecimientos. Aparte el desarrollo ya citado, el 29 de mayo de 1955 celebramos la beatificación de nuestro Padre Marcelino Champagnat. La renovación de las Constituciones, promovida por el Concilio Vaticano II, y el auge de la labor misionera en determinados países del Tercer Mundo, en donde han entregado su sangre no pocos Hermanos; la celebración del centenario de la llegada de los Hermanos Maristas a España (1986); el 150 aniversario de la muerte de Marcelino Champagnat (1990) y los Capítulos Generales han sido estímulos que nos han ayudado a caminar. Por otra parte, la mejor preparación académica de los Hermanos, la apertura a los seglares, la continua actualización de los métodos educativos y pastorales, la cercanía y atención personalizada a muchos alumnos, la mejor calidad de la catequesis, la sensibilización de los jóvenes en torno a la solidaridad con los más necesitados… han sido también acontecimientos (si bien menos celebrados por ser más sencillos y cotidianos) que valoramos como un don de Dios.
Sabemos que no todo ha sido perfecto, pero precisamente por eso nos sentimos más humanos y más necesitados de la fuerza de Dios para continuar la andadura.