Maristas Cartagena - Centro Bilingüe

Historia Maristas Cartagena

HISTORIA DEL COLEGIO


Desde 1898  nuestro  Colegio «La Sagrada Familia»  ha estado presente en la vida de la Ciudad de Cartagena. Más de 100 años de trabajo del Instituto Marista con los cartageneros. 

Son varias generaciones, incluso de una misma familia, las que han sido educadas con la pedagogía del P. Champagnat y la entrega de hombres que hicieron suya esta opción vocacional. 

La historia de estos años está formada por retazos de vida de miles de jóvenes, de familias, de Hermanos y profesores laicos que han dejado aquí parte de su existencia. Y estas personas y sus experiencias vitales son lo más importante, la verdadera grandeza y riqueza de un Centro cristiano como el nuestro, todos los que por aquí pasaron, los que están y los que, si Dios lo quiere, formarán parte de él. 

«DIOS QUIERE, EL HOMBRE SUEÑA, LA OBRA NACE»


El año 1898, fue un año duro en  el  recuerdo  de  España.  En  Cartagena  tuvieron  un  enorme  impacto  los  acontecimientos   políticos y militares  que habían llevado a  la pérdida  de las antiguas colonias . Tres cartageneros: Trinidad Maturana (sacerdote),  Luis Angosto   Lapizburu  (marino,  hombre de negocios y senador  del  Reino, que dedicó  parte de su fortuna  a la liberación y cristianización  de esclavos, a la instrucción de jóvenes  sin medios y a la creación de la Casa del Niño) y José María Artés (fabricante de chocolate y Presidente de varias  asociaciones de Caridad  de Cartagena),  preocupados  por  la formación humana y cristiana de los jóvenes  cartageneros se ponen en contacto  con  los  Hermanos  Maristas  para que inicien, en  nuestra  ciudad, su trabajo  con  la  juventud; tenían  buenas referencias del trabajo de los Hermanos en otros lugares. En Canet de Mar reside el Provincial del Distrito Marista de España, el Hermano Pablo María, allí recibe la propuesta de estos tres ilusionados cartageneros para abrir aquí un nuevo Colegio. Recogemos algunos testimonios de la época:

«Cartagena es actualmente una de las más importantes ciudades del sureste de España. Es puerto de guerra y cuenta con unos 70.000 habitantes. Dada la vida algo aventurera de sus habitantes, la religión no ha florecido siempre en esta ciudad…algunos lamentando la ignorancia y abandono en que está la juventud referente a instrucción y prácticas religiosas resolvieron hacer algo para remediar el mal y pensaron en los Maristas”.

El Hermano Pablo María  envía  a  Cartagena  al  primer  Director, el Hermano Floriberto, que llega acompañado por el H. Agustín el ·24 de agosto de 1898. El 4 de octubre procedentes de Barcelona desembarcan en «Cabo de Palos» cuatro Hermanos que se suman a la incipiente comunidad: los Hermanos Ciro, Enrique, Tirso y Clemente. El recibimiento fue apoteósico, cuando su barco entra en el puerto se disparan 21 cañonazos, aunque la causa de tal estruendo eran las salvas de honor por la onomástica del ex-rey consorte Francisco de Asís. Un periódico local comentaba: «Los datos que tenemos de dicha Congregación no pueden ser mejores: 725 colegios tienen establecidos en Francia, España, Inglaterra, Australia, Colombia, Alemania, China y Turquía”

EN LA PLAZA SAN AGUSTÍN


Los Hermanos comienzan a vivir en un local situado en la calle Escorial nº 9, propiedad de Luis Angosto. El día 1 de octubre se inaugura la obra Marista de Cartagena con una matrícula de 33 alumnos, en Navidad alcanzan los 200, llegando a tener a final de curso unos 300 jóvenes, algunos de ellos medio pensionistas que comían en el Economato que regentaban las Hermanas de la Caridad .

El centro adopta el nombre de «LA SAGRADA FAMILIA», ese espíritu de familia con el que el Padre Champagnat, fundador de la Congregación, quería impregnar la labor pedagógica y la vida de las comunidades de Hermanos. Su oferta educativa es muy variada; imparten los tres grados de primaria (elemental, medio y superior) y preparan por libre a los de segunda enseñanza (los cinco años del bachillerato de la época), hay que añadir las enseñanzas comerciales con todas las asignaturas y programas de las Escuelas de Comercio del Estado y la enseñanza nocturna que funcionó hasta l904.

El Hermano Floriberto es sustituido como Director a los dos años por el Hermano Eoldo, que estuvo al frente del Colegio desde 1900 a 1906. El Colegio consigue la estima de la ciudad y el reconocimiento a la calidad de educación que se imparte. Se viven momentos de reivindicación laica frente a la enseñanza religiosa, con fuertes sentimientos anticlericales en algunos sectores sociales. El Colegio sufre los avatares de la historia, un grupo de incontrolados entra en el Centro destrozando puertas y ventanas y quemando el mobiliario escolar, los religiosos maristas tienen que refugiarse en un local cercano y el Colegio cierra sus puertas brevemente por orden gubernativa.

En 1906 es nombrado Director el Hermano Laurentino que deja una huella imborrable como pedagogo y animador, un «fuera de serie » según testimonios de los que lo conocieron. El Colegio se queda pequeño y se traslada a un nuevo lugar, la Plaza de San Agustín 8. El H. Laurentino  abandona  Cartagena  en  1912, muriendo mártir en el año 1936.

GRANDES DISFICULTADES


El Colegio vive con la ciudad y con sus circunstancias históricas, sociales, culturales, económicas y políticas, compartiendo con los cartageneros, que al fin y al cabo forman el Colegio, sus ilusiones y también sus dificultades. Así llegamos al año 1936. Veamos un testimonio del momento:

«Al atardecer del 18 de julio de 1936 llegó a los Hermanos la noticia de la sublevación del aeródromo de San Javier. Al atardecer, parte del pueblo soliviantado y  soldados del Frente  Popular inician una contrarrevuelta apoderándose de los oficiales, asesinando  a  unas  250 personas,  fusilándolas o arrojándolas a los mares atadas de dos en dos. El día 20 se anuncia por las calles el triunfo del Frente Popular. Los Hermanos no se hicieron ilusiones sobre la suerte que les aguardaba. Al atardecer del día 21 de julio, agentes de la policía realizan un registro del Colegio para encontrar armas escondidas.  No  encontraron nada, pero una hora más tarde nuevos agentes comunicaron al Hermano Director la orden del Sr. Alcalde de que todos los Hermanos debían salir esa misma noche con destino a Murcia. Pasada la hora, les esperaba un coche en la puerta. Les quitaron las maletas y después de mil peripecias y sustos, llegaron a Murcia a la una de la  madrugada. Fueron  conducidos  directamente  a  la cárcel en donde hallaron a 6 Hermanos más de esta ciudad. El día 31 de agosto ingresaron en el mismo penal los 40 Hermanos que constituían la Comunidad Marista de Murcia. Un año después fueron procesados, a unos les condenaron a un año de trabajos en campos de concentración, a otros los enviaron a la cárcel de Alicante, otros fueron absueltos…»

El Colegio quedó convertido en unos grandes almacenes para la intendencia de la Marina de Guerra, todo el material escolar desapareció.

VOLVER A EMPEZAR


Tras la Guerra Civil los Hermanos hacen un gran esfuerzo por volver a poner en funcionamiento el Colegio, abriendo el Centro en el curso 1939-40. Hay que poner en marcha la Biblioteca destruida por un incendio durante la contienda ; en el año 1944 ya contaba con más de 3000 volúmenes, 1000 de los cuales están destinados a la etapa infantil, recuperándose el Gabinete de Física y Química, el Gabinete de Historia Natural y el de Fisiología . He aquí algunos de los métodos y procedimientos pedagógicos del año 1944:

«Para despertar en los alumnos el amor al estudio y facilitar la obra educativa, el Colegio se vale de varios medios de, emulación, entre los cuales cuenta, con las notas quincenales, los exámenes trimestrales, la inscripción mensual en el Cuadro de Honor, las llamadas luchas escolares, y finalmente las excursiones y recreos extraordinarios. Debiendo ser este Colegio expansión natural del hogar, los profesores procuran que el alumno halle en él un ambiente familiar, que favorece grandemente la compenetración necesaria y fecunda entre el educador y el educando. La bondad y firmeza del primero, se ven correspondidos con el afecto y respeto del segundo”.

La situación de postguerra era difícil. Veamos un ejemplo en la Navidad de 1946:

 «El H. Director pasa por las clases para la proclamación de las notas trimestrales. No se distribuyen premios. A los primeros de la clase les da caramelos; pocos por estar enormemente caros«.

El tono de la vida religiosa de la Comunidad de Hermanos a principios del año 1947 nos lo da el diario de la casa:

«Sea todo para Él. Suspiros, trabajos, preocupaciones, sacrificios, sean para Él, que nos concede ver la luz de un nuevo año. Omnia ad Jesum per Mariam”.

 Era Director del Colegio por entonces el Hermano Román, Subdirector el Hermano Teófilo y consejero el Hermano Pedro Ignacio, también es miembro de la comunidad un joven y activo Hermano Apolinar. Su ritmo de vida era sencillo y austero;  los Hermanos se levantan a las 5’30 y rezan, a las 6’45 estudio religioso, a las 7’45 misa y comunión, a las 8’25 desayuno, a las 9 comenzaban las clases; los alumnos de 1º enseñanza .finalizaban a las 12, y media hora más tarde los de 2º enseñanza. A las 12’45 los Hermanos celebraban el Oficio Parvo. Las clases se reanudaban a las 3 de la tarde, terminando a las 6 los pequeños y media hora más tarde los mayores.

El año 1948 quedó en el recuerdo de los Hermanos y de la ciudad por la gran inundación del 21 de octubre al desbordarse la Rambla de Benipila. En los años 50 el alumnado crece y el Colegio de la Plaza  San Agustín se va quedando pequeño. En febrero de 1954 (año santo mariano) se hacen gestiones para buscar un solar apropiado y hacer un nuevo colegio, ya se contempla la opción de construir en el Ensanche, aunque las posibilidades en esta época son “pocas y deficientes”.

NUEVOS TIEMPOS


El 7 de julio se decide finalmente la compra de un solar vecino al emplazamiento de Plaza San Agustín, y en verano se inician las obras de derribo que son “de envergadura” (se mueven 2.500 m3 de escombros). El 12 de junio de 1955 se recibe un telegrama comunicando la aprobación del proyecto de construcción por el Consejo General, iniciándose las obras con un préstamo  de la Caja de Ahorros del Sureste. La obra requerirá la compra de algún inmueble más para completar patios, gimnasio…

El proyecto de la Capilla se cuida con esmero, se encarga el boceto de las pinturas laterales del presbiterio a los antiguos alumnos Navarro y Luzzy. El 9 de marzo de 1957 se inaugura el “gran” salón de actos con 440 butacas y proyectores cinematográficos, que va a constituir, según opinión de los padres, “una gran tranquilidad para las familias en las tardes de los domingos y fiestas”. El Colegio adquiere la apariencia externa que muchos antiguos alumnos recordarán.

El colegio continúa con su ritmo de trabajo. Las competiciones deportivas y gimnásticas de diversa índole que se organizan en la ciudad siempre cuentan con la participación de alumnos del Centro, incluso las que se organizan fuera (recurriendo para algunos desplazamientos al “Pegaso” de Bazán o algún camión del «Taibilla » o de la Marina).  Las postulaciones, los actos eucarístico-marianos, el rezo del rosario, la Congregación Mariana, los grupos de Acción Católica, la imposición de insignias a los nuevos Cruzados, los ejercicios espirituales en Los Jerónimos de Murcia , en el colegio de «La Rambla» o en la iglesia de los Padres, el mes de mayo, las vigilias de la Inmaculada, las Primeras Comuniones, el coro, el Rosario de la Aurora, la Beatificación del Fundador, la chasca, los émulos (Cartagineses y Romanos), las consignas ( «Excelsior, en todas las cosas» ,fue la  que marcó el curso  1955-56), los exámenes orales de 6º de Bachillerato, los libros de Edelvives, las lecturas de «El Libro de España » o de la versión juvenil de «El Quijote», las tardes de recreo extraordinario a sitios cercanos, los actos colegiales de entrega de premios en el Cine Central o en el Teatro Circo, la presentación  a los exámenes de Estado, el Catón, el catecismo Astete, las clases de repaso en el mes de agosto, el solemne acto de la Coronación de la Virgen de la Caridad ….forman ya parte de la memoria personal de muchos cartageneros de los años 40, 50 y parte de los 60.

GRANDES CAMBIOS


En 1967 se produce la muerte repentina, en un viaje a Roma con motivo de sus Bodas de Oro como religioso, de un Hermano que deja profunda huella en varias generaciones, el H. Pedro Ignacio (Miguel Martioda Landaluce, 1901-1967); el actual Colegio está situado en una calle que lleva su nombre.

A principios de los 70 hay varios acontecimien­tos que marcan  la vida del Colegio. El  19 de abril de1970 la Provincia Marista (Valencia, Algemesí, Denia, Alicante, Murcia y Cartagena) celebra en Cartagena la II Concentración Marista de Levante, momento de confraternización y convivencia de las comunidades educativas de los diferentes colegios, que tendrá amplia repercusión en la prensa local por el gran número de asistentes. En mayo de 1970 el equipo infantil de balonmano del Colegio queda campeón de España en los XII juegos escolares y en octubre del mismo año el equipo que representa al Colegio llega a la final en un programa concurso de TVE muy seguido en aquel momento, «Cesta y Puntos», la fortuna deparó que tuviera que enfrentarse con otro equipo cartagenero , «las de S. Miguel» (La Purísima Concepción)  -el diario «Línea» dedicó un artículo al evento con el titular «paisanos y rivales»- . El otro acontecimiento que va a marcar los años 70 es la decisión del Consejo Provincial de construir un nuevo colegio en Cartagena, en la zona del Ensanche.

Y llegaron los cambios… políticos, culturales, educativos, las reformas del Concilio Vaticano II… los Hermanos abandonan los símbolos externos que les han caracterizado (la sotana, la cruz, el cordón…)

Nuevas realidades que no deben hacer olvidar los fines esenciales. Reconocer la propia identidad se hace más necesario en un mundo cambiante y vacilante en sus valores y finalidades. La pedagogía de la presencia, la sencillez, la vida de familia, María como referente en la fe, la formación de hombres nuevos comprometidos con el mundo como «buenos cristianos y honrados ciudadanos», la atención a los más necesitados… son referencias del ayer para el hoy y para el mañana.

EL COLEGIO ACTUAL


En Cartagena esta situación se hace notar incluso físicamente al abandonar el Colegio de la Plaza San Agustín, aquel viejo colegio más «familiar», dirán algunos, y trasladarse en 1973 a su actual ubicación. Nuevas construcciones, nuevas formas, nuevos sistemas para la antigua y vocacional tarea que supone educar, acompañar, ayudar a crecer a las  personas. La vocación más hermosa para  los Hermanos y para los laicos que con el nuevo Colegio se suman en mayor número a esta labor. En 1976 estando ya en el nuevo Colegio, despedimos a dos Hermanos que fallecen repentinamente en accidente de tráfico, el Hermano Ildefonso y el Hermano Ismael, que son enterrados en Cartagena.

El Colegio va añadiendo con el tiempo nuevas formas de trabajo y actividades con jóvenes y con padres: los equipos de deportes, el grupo scout, el cine-club Bergman, los GVX, las catequesis con niños, con jóvenes y con padres, las campañas -Navidad , los conciertos y jornadas de solidaridad- , el voluntariado de la ONG SED (Solidaridad, Educación y Desarrollo), las actividades extraescolares , los campamentos, las escuelas deportivas, la formación de padres … Y en el 1999, feliz coincidencia , tenemos una doble celebración , el centenario del Colegio y la canonización del P. Champagnat .